martes, 31 de diciembre de 2019

Vladivostok, volando al Mar del Japón

Después de 8 horas de vuelo nocturno que me lleva hasta el Mar de Japón, llego a Vladivostok a las 10 de la mañana hora local, realmente las 3 de la madrugada en Moscú y la 1 en España. El aeropuerto está a 50 kilómetros del centro de la ciudad pero el taxi es barato, unos 22 euros.

Entre otras cosas, esta ciudad destaca por ser una base de la Armada rusa, algo razonable por su estratégica situación, tan cerca de Corea de Norte, China y Japon.





Hoy es Domingo y se nota. En la plaza de la Revolución, junto a su catedral aun en obras han instalado una zona de patinaje, muy popular en el pais, y además hay mercado callejero.
El pescado, como no podía ser de otra forma, está congelado, quizás por los 5 grados bajo cero del momento.



La ciudad está situada en una especie de península con un litoral muy irreguar. Al venir desde el aeropuerto junto a la costa Oeste, el mar estaba absolutamente congelado y por ser festivo estaba lleno de gente, más de mil personas seguro, con su respectivo agujero para pescar. Incluso había algún coche sobre el hielo. No he podido hacer fotos porque el taxi iba rapidito y la valla de seguridad de la autopista no me lo permitia... Además no parecía conveniente abrir la ventanilla....

Pero desde muy cerca de mi hotel si podía observar esta playa, también daba al Oeste, que aunque no la utilizaban para pescar,  si algunos aprovechaban el momento para andar sobre ella. Había visto algún lago helado, pero nunca hasta ahora el mar congelado.




Este puente suspendido une la península con la pequeña isla de Russki, tomadas desde lo alto de una pequeña colina a la que se accede con un viejo teleférico y es que la ciudad está llena de estas pequeñas colinas a las que también se accede a través de la multitud de escaleras que tiene la ciudad. Desde arriba se ve todo lo que el tiempo permite ver del extenso puerto, el más importante del Este de Rusia.


Al día siguiente amanece con una nevada, ligera pero continua, que dura hasta bien entrada la tarde y que cubre todo de blanco. La temperatura cae hasta -10 grados con sensaciones térmicas de hasta -20, pero salvo en la cara, con tres capas de ropa puedes pasear y hacer vida normal. Obviamente no es recomendable sentarse en un banco de la calle para ver pasar la gente porque el viento te dejaría helado en unos minutos.


 

El puerto se mantiene sin congelarse y los barcos pueden seguir su ruta. Esto no es el Ártico y aunque se pueden ver bloques de hielo en las orillas parece ser que se forman sólo donde hay escasa profundidad.






La ciudad en sí tiene mucho encanto, es cierto que no tiene ningún monumento que llame la atencion, pero lo cierto es que es agradable y está llena de turistas, en su mayoría coreanos y chinos que están a menos de una hora en avión, que llenan los restaurantes por la noche hasta el punto de tener que hacer cola para acceder a los más populares.




Había que probar la auténtica comida rusa, al menos la de esta zona. El problema es que salvo en los hoteles muy poco gente habla inglés y los menús en general están solo en ruso. En este caso era un restaurante típico tipo bufet y me he guiado por la vista, con un buen resultado final, aunque no tengo muy claro que tipo de verdura y carne he comido.






Ya por la tarde he ido hasta la Estación de trenes de la ciudad, punto de partida de El Transiberiano, el mítico tren que cruza el país con un recorrido de 9.500 kilometros, el más largo para un tren de pasajeros del mundo. Mi tren partirá a las 19,10 con destino Irkutsk.











lunes, 30 de diciembre de 2019

Antes del tren, un par de días en Moscú.

Moscú es sólo una etapa del viaje, es donde empieza o acaba el Transiberiano, en mi caso donde terminará. He llegado a mi hotel cerca de  la medianoche tras aterrizar en hora, control de pasaportes y recoger equipaje sin ningún problema y con un taxi que tarda en llegar al centro algo más de una hora...., porque es de noche y no hay tráfico.


Esta noche aprovecho para dar una vuelta por la zona y ya me doy cuenta que estoy a escasos minutos del Kremlin, cuyas cúpulas ya empiezo a ver tras andar tan sólo 10 minutos.



Tras tomar una copa en un pub irlandés me voy a mi hotel a dormir. Curiosamente estaban dando la Liga española, aunque en diferido.


Al día siguiente confirmo uno de los tópicos de esta enorme ciudad y es que el  tráfico es desesperante, aunque mi idea es andar y coger el metro. Luego me daré cuenta de que en horas puntas y no tan puntas, tras andar 5 minutos en una avenida grande se recorre más distancia que en un coche.


Cruzando el puente sobre el río Moscova ya me encuentro el impresionante Kremlin a mi derecha.

La temperatura es de un grado y cae un ligero calabobos que se puede soportar.

Las siguientes fotografías son del Kremlin que es una zona amurallada de unos 2,5 kilómetros de perímetro que cuenta con varias basílicas y otros edificios realmente interesantes.







Desde la puerta opuesta se llega a la Plaza Roja. Aunque en los países ortodoxos la Navidad se celebra el 8 de enero, obviamente ya han comenzado los preparativos y aunque crea ambiente festivo, la pista de patinaje y mercado navideño desmerecen el esplendor de una plaza que ha destacado más por sus exhibiciones militares. En todo caso es una plaza espectacular.


Aunque sin lugar a dudas el monumento más espectacular para mí en la Basílica de San Basilio, más pequeña de lo que creía pero colosal en cualquier caso...


El Mausoleo de Lenin debería estar abierto por ser uno de los puntos más populares de la plaza, pero no era el caso.





Eso si, el tráfico siempre es bestial en un sólo
sentido, el otro siempre está medio vacio... Debe tratarse de entradas y salidas, pero llama la atención. Los coches con sirena, que son muchos, incluso civiles, pueden ir por el carril contrario..., muy curioso.



Ya el siguiente día me doy una vuelta con el metro buscando las mas afamadas estaciones, pero al parecer la información que he recibido no es la que esperaba, aunque las estaciones por las que he pasado son realmente elegantes. Aprovecharé mi último día en la ciudad a la vuelta para buscarlas.




El sábado hace que el tráfico caiga en picado, nada que ver con un día laborable. Aprovecho para pasear, camino del famoso parque Gorki.






Por la tarde y antes de ir al aeropuerto en el tren aeroexpreso, doy un paseo por esta bonita zona de la ciudad y hago esta foto con un McDonald's y luego un Burger King con su nomenclatura rusa.